domingo, 29 de junio de 2008

La sonrisa del genio...

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Defender la sonrisa

Hambre, hipotecas, stress, dinero, dinero, guerra... Sí el mundo está jodido, cada día es una lucha, homo homini lupus y todo eso, pero sin sonrisas estamos peor. Por desgracia parece que si sonríes, si te ríes, la solemnidad se pierde, tus argumentos, y todo lo que defiendes parece falso y vacuo. ¡Pues no! Defendamos la risa y la sonrisa, el buen humor frente a los que quieren jodernos, no les dejemos que nos rompan la sonrisa de la boca. Hace tiempo un amigo me contó esta anécdota:

"Iba un punky de estos modernos, con su perro y su flauta por la calle, al ir a cruzar la calle venía un coche, y sucedió lo típico que suele suceder tantas veces, él iba a pasar y el coche se paraba, pero luego no pasaba y así unos segundos de indecisión. El conductor presa del stress del día salió como una flecha hacia él para discutir gritando y con los puños en alto. En ese momento le dice el peludo: "¿Sabes que te falta a ti?", "¡Qué!" gritó el yupi "¡Un buen abrazo!" Le dijo el punky mientras le abrazaba"

... Y el trovador ilumina...

sábado, 21 de junio de 2008

El rey...

Ni Presley ni ostias... El rey es Peret:


miércoles, 18 de junio de 2008

Selva de ciudades III

Cuando vivía en Las Palmas, cogía todos los días alrededor de cuatro guaguas, podría decir que me he sacado media carrera montado en autobús... En estos largos viajes conocí a mucha gente, aunque también ignoré, pero el que más me impresionó sin ninguna duda fue un extraño personaje que se subió un día al lado mío, poco pelo, rasgos muy marcados, cara con esos surcos de expresión que te dicen que es buena persona, con una gran gabardina y ojos gallegos. En cuanto se acercó a mí, noté su olor nauseabundo, olía a mierda pero no de un día... Cuando se sentó, vi que llevaba una paloma en su regazo, cosa que todavía me repulsaba más, y miles de cagadas de su amiguita... Yo me hice el loco y seguí leyendo mi Cien años de soledad, había quedado con un colega para oír a Panero, y después hablaríamos un rato del libro, él tenía una teoría sobre Aureliano y la bomba H poco menos que curiosa. En fin, que iba yo leyendo cuando me dice: "Perdona muyayo, ¿te gustan las palomas?", yo alcé la mirada del libro sorprendido y no llegué a responder ya que siguió hablando: "La gente odia las palomas, las mata, las envenena, las insulta... Yo las amo, las amo profundamente". Una vez dicho esto, se levantó, tocó la llamada de parada y se bajó en la siguiente. Yo me quedé tan estupefacto como seguramente te quedas tú, seguí a aquel personaje con la mirada mientras se bajaba y se acercaba a hablar con una señora un tanto especial también. Era una mujer que yo llevaba tiempo observando, pelo canoso, pantalones de tactel, jersey, o pullóver como lo llaman los canariones, gafas de pasta antiguas, no retro, las manos a la espalda y siempre, siempre, siempre estaba andando. Tenía un pequeño circuito en la plaza de la Universidad, y cuando tenía que estar esperando la guagua la observaba. Hacia delante, torcía a la derecha, seguía, torcía a la izquierda, se daba la vuelta y volvía al punto de inicio, una y otra vez, sin parar. No hablaba con nadie, menos con el amante de las palomas, que nunca supe que le contaba, sólo andaba y andaba.
Una vez, me acerqué y le pregunté curioso por qué andaba tanto, y me respondió: ¿Y por qué no? Ante esta respuesta no cabe más que la reflexión, andar y vivir, ¿por qué no?

jueves, 12 de junio de 2008

Escrito desde la rabia

"Felicidad, s. Sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena."
A. Bierce, El diccionario del diablo, 1876.

Ayer estuve en una reunión de vecinos, era mi primera vez, iba a defender algo que ya creía perdido, pero había que lucharlo, y a hablar de algo que creía trivial y que no daría para mucho. Pues bien, la primera batalla la perdí, pero como buen guerrero aprendí de mi derrota; aunque lo más sorprendente es que perdí la que no creía ni que fuera una lucha, y perdí profundamente, mucho más que una discusión, podría aplicar una de las acepciones que tiene en el diccionario de la RAE el verbo:
Perder. (Del lat. perdĕre).
3. tr. No conseguir lo que se espera, desea o ama.
No porque haya perdido algo físico, sino por lo que se ha roto dentro de mí. Me explico: mi mujer va a tener un hijo en agosto, y a título informativo, preguntamos a los vecinos si había algún problema en dejar el carrito en la entrada de la escalera. ¡Cual fue mi sorpresa cuando se negaron a votar! Las excusas, mejor no decirlas todas para no dañar la sensibilidad del lector, iban desde: "Claro, no podemos darte permiso para dejar el carrito en la entrada porque crea un precedente, y si la gente que se está mudando nueva a la escalera empieza a tener niños, entonces ¿qué?, se convierte eso en un parking de carritos...", o "se empieza con un carrito de bebé y luego viene el carro de la compra...", etc., etc., vergonzoso, desde ayer tengo una furia dentro de mí que no sé como canalizar. No sólo, por el banal hecho de que claro como vivo en un tercer piso barcelones, un quinto fuera de aquí, es complicado subir con el niño y el carrito, después de pasar por el hospital y eso... Sino, porque oigo a diario, y con razón, las quejas de la gente que me rodea, junto con las mías, del desamparo en el que se encuentra una familia que tiene un hijo, madres despedidas, degradadas, ignoradas, sólo cuatro meses para cuidar del niño hasta que casi obligatoriamente tiene que ir a una guardería. Luego claro, no hay suficientes guarderías públicas para tanto niño, así que hay que llevarla a una concertada si tienes suerte, o en su defecto, a una privada. Esto supone para la familia en Barcelona 600€ de media, una barbaridad difícil de absorber por una familia que tiene que hacer frente a las subidas del euribor, la inflación, los sueldos bajísimos... Todo es verdad, pero falla la base, y es que si frente a una nimiedad como es dejar el carrito en la entrada del edificio, para que la madre no se hernie, o que cuando lleguen de trabajar alguno de la pareja pueda descansar algún día de subirlo; algo tan tonto, no se concede, poco más se puede esperar de esta especie humana. ¿Qué podemos exigirle a los políticos? Si basamos nuestra vida en el miedo al otro, en lo que pueda pasar, en la mierda que nos puede caer al salir a la calle, en el egoísmo absoluto, nunca podremos progresar.

Todo este alegato, con las necesidades que hay en el mundo, hambre, guerras, calentamiento global, contaminación, catástrofes naturales y humanas, puede parecer frívolo, pero no lo es; si no es posible poner de acuerdo a una comunidad en algo tan nimio, difícil podremos ayudar al mundo. Por eso, desde las nauseas y el asco que me producen mis vecinos, reclamos más humanidad, menos egoísmo y a ser posible, y esto quizás es lo más difícil, que la gente levante un poco la cabeza, separe los ojos del suelo por la vergüenza que le da ser tan mezquina y mire más allá.