martes, 22 de febrero de 2022

Paisaje sentimental de hace muchos años

 Va llegando ese momento, ese en el que ya mirar atrás es experimentar el vértigo de la edad. Ese, en el que un momento fue una vida atrás y que no suele estar en el día a día. 

Hoy, toca echar la vista lejos, pero sin mirar, con los ojos cerrados en busca de esos recuerdos para los qué hay que escavar muy profundo…


Un día más para ir al colegio, llevo ya años soportando a estos neandertales con la compañía de mi mejor amigo. Cuando hablamos, siempre nos reímos de ellos, pero, en la vida real, los tenemos que soportar en el colegio. No me pegan, no es algo físico, es saber que haga lo que haga se van a reír de mí. Que las niñas no me van a mirar por ser muy delgadico y moreno. Parece ser que esto es un estigma en mi colegio, ser diferente no es lo correcto. 

¡Y mira que lo intento! Me he apuntado a fútbol ya que en lo recreos nadie quiere jugar conmigo, pero hasta el entrenador se ríe de mí. Soy malísimo. 

Bueno, ya salgo del colegio y vuelvo a mi calle. Aquí, es diferente. Los niños sí quieren jugar conmigo. Merienda, bollicao, Barrio Sésamo y a jugar a las chapas. He preparado la mía al máximo, tiene todos los extras: plastilina, bien limaíca… Si no gano el tour hoy no lo gano nunca.

Miércoles, día de mercado y no tenemos clase. ¡Yuuuju! Me puedo ir con mi madre a ver si consigo unas zapatillas nuevas que estas las tengo fatal. ¡Oh, no! Vemos a unos de los abusones del colegio, empiezo a sudar y tiemblo de pensar que me pueda decir algo, que me diga negro delante de mi madre, que ella tenga un avergonzarse de tener un hijo que no se defiende. Le veo que me mira y sonríe, lo sabe, estoy sufriendo y lo ve en mis ojos…

Abro los ojos, llevo ya más de 13 años dando clase y una de mis obsesiones es no detectar el acoso en mi aula. No es fácil, porque no estoy formado y aunque tengo mucha sensibilidad con el tema a veces es difícil diferenciarlo de las bromas entre amigos. Sí que he parado mi clase alguna vez, y, lo mismo, me he pasado de frenada con algo que no era para tanto, pero, uno viene con su mochila y no es fácil desprenderse de ella.

1 comentario:

Ainhoa Ezeiza dijo...

Qué importante, Dani, lo que cuentas. Ojalá tantas y tantos docentes no hubieran mirando y no miraran para otro lado. ¡Abrazos!